Aunque si era sincera consigo misma, a ella también le gustaba esa especie de ritual. Cuando el la miraba así, era capaz de sentir el calor de sus manos acariciándola. Estaba excitado, y eso la hacia sentirse bien, especial.
Entonces se le ocurrió. Casi no podía aguantarse la sonrisa, pero lo divertido era que el no sabia nada. No se podía dejar pillar.
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Ella dormía. Tumbada bocabajo. Le encantaba verla así, parecía tan inocente. Las morenas ondas de su pelo le caían por la espalda y cubría parte de su cara.
No podía dejar de mirarla. Estaba muy excitado. Casi no se podía controlar. Pero sabía que si era paciente obtendría su recompensa.
Y entonces ella se movió. Sus piernas formaron un ángulo que destrozó sus nervios. En esa postura ella le dejaba ver su rosado sexo.
Iba a explotar. Sus nervios no acuantiarían mucho tiempo. Estaba empezando a imaginarse cosas. Le parecía que ella estaba mojada. Incluso le pareció ver una sonrisa en su inocente cara, ¿o no era imaginario?
Entonces ella se incorporo. Su pelo alborotado, su postura, la forma en que se frotaba sus soñolientos ojos. Todo parecía indicar que ella acababa de despertar. Todo menos ese brillo pícaro en sus ojos.
¡Aquella pequeña zorra le había provocado a propósito! Se levanto bruscamente, y fue hacia ella. Iba a darle una lección. Una muy placentera que no olvidaría con facilidad.
Pero al ponerse en pie se cercioró de su error. La cara de ella se iluminó. Y su mirada se centro en su erecto miembro. Evidentemente había conseguido lo que buscaba.
Aquella mañana ella también quería guerra.
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El se dejó caer en el sillón. Quería jugar. Ella le conocía bien. Por eso se acerco. Muy lentamente. Tan despacio como se arrodillo entre sus piernas. Y en contra de lo que el esperaba, se abrazo a su cintura
El empezó a acariciarle el pelo. Se estaba impacientando. Ella se excitaba al saberlo ansioso. Pero la excitaba mas escucharlo gemir. Por eso rozo levemente, fu falo, con la boca. Solo lo suficiente para ver como se hinchaba, buscando mas roces.
Levantó la cabeza. Y entornando los ojos le sonrío.
Mientras se recogía el pelo hacia un lado, para incrementar el campo de visión de el, apoyó sus pechos en su miembro. Sabia que ese contacto le haría hervir la sangre.
Pero ya no podía hacerle esperar más. Ya no quería que esperara más. Así que con una suave caricia, y sin apartar sus pechos, recorrió con su lengua la larga dureza que sostenía entre las manos. El se estremeció. Y ella no puedo hacer nada para no sonreír.
Repitió esta operación un par de veces más. Para al final, metérselo por fin en la boca. Mientras chupaba, su lengua se entretenía en la cabeza de su sexo. Le encantaba sentirlo bombear en su boca.
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Ya no aguantaba más. Se iba a volver loco. La cogió por los hombros, y se incorporaron a la vez. La empujó contra la pared. Y miro su cara, llena de anhelo mientras Se acercaba lentamente. Ahora iba a sufrir ella.
Pasó lentamente su mano por todo su cuerpo. Estaba cliente y sudoroso. Estaba mojada. Y eso le ponía.
Cogió sus pechos con sus grandes manos, y mientras a uno lo masajeaba y pellizcaba. Se acerco el otro a la boca. Paso su lengua en círculos, sin rozar el pezón. Una y otra vez. Ella temblaba. No se aguantaría en pie mucho más. Por eso en un descuido de ella, succionó el pezón y ella gimió de placer.
-¿Te gusta verdad? ¿Estas caliente y mojada, cierto?
Ella alzó su cara en un gesto mitad orgulloso y mitad reto.
El la llevo a la cama. Y la tumbo bocabajo. Eso la volvería loca. A ella le gustaba dominar. Le ato las manos. Para remarcar quien llevaba las riendas de ese juego. Le gustaba sentirla indefensa e impotente debajo de su cuerpo.
Coloco un cojín en su estomago para tener un mejor acceso. Y se puso manos a la obra.
Se coloco entre sus piernas. Con la cabeza de su verga a la entrada de la humea y cálida cueva. Ella se estremecía de impaciencia, no se imaginaba cuanto esta disfrutando el viéndola así...suplicante
Paso un brazo por delante de ella, tanteando entre su suave pubis, hasta que encontró el punto que buscaba. Y mientras empezaba a acariciar ese monte de placer, se reclino poco a poco hacia delante, penetrándola con suavidad.
Cuando llego hasta el fondo, se paro. Empezó a besarle el cuello, la espalda, los hombros, las orejas. Y en un rápido movimiento la volvió a empalar.
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El la estaba castigando. La estaba haciendo sufrir. Quería oírla gemir. Suplicar. Revolverse. Y como siguiera así lo conseguiría. Ella no era precisamente de piedra. Y él sabía como hacer que ella se rindiera.
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-Por favor....
-¿Que? ¿Ahora si hablas? ¿Que te pasa, no aguantas mas? ¿Estas caliente como una perra, verdad? Venga, atrévete a negarlo.
-No...
-¿No, que? ¿No lo niegas? ¿No estas caliente?
El volvió a embestirla
-No lo niego...
Mientras hablaban él le recorría el cuello con la lengua, ella se estremecía y luchaba por conseguir más
-Muy bien putita...pues si quieres más, si quieres que te de lo que te gusta, vas a tener que pedirlo...por favor.
Metió la lengua en su oreja.
-Por favor...
-No, no. Así no. Tienes que decir: "Por favor, follame de una vez, que no aguanto mas"
-Yo no...Puedo...
Otra embestida más. Ella no se resistiría durante mucho tiempo.
-¿NO? ¡Que pena! Por tus gemidos juraría que es lo que quieres, que te folle salvajemente.
Con la punta empezó a inspeccionar los contornos de la húmeda hendidura...
-¡Por favor…, follame....no aguanto más!
-Lo que tú digas, cielo.
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El empezó a acelerar el ritmo. Cada vez más rápido. Pero sin dejar de acariciar su clítoris. Ni de respirar en su oreja.
Ya le faltaba poco. Pero el no quería que acabara así. Aun no. Se separó. Y un gruñido de desaprobación salio de los labios de ella.
-Tranquila cariño, ahora vuelve lo bueno.
Al parecer ella lo entendió, porque aunque su rostro reflejaba sorpresa, en sus ojos brillaba la chispa del placer. Después de tanto tiempo el sabia lo que le gustaba. Así que la volvió. La tendió sobre su espalda. Y aun con las manos atadas, le abrió las piernas.
Y la observo. No solo su cara. Sino como se le erizaba la piel. Como se humedecía los labios resecos. Y su sexo, rosado, húmedo y palpitante.
La iba a hacer gritar.
Se acomodó entre sus piernas y miro fijamente, mientras jugaba con los pocos rizos que ella se había dejado, tal y como le gustaba a el. Hizo un reconocimiento con la mano, solo rozando, todo, pero rozando. Se entretuvo en la húmeda entrada. Y jugó a rodearla.
Ella se estaba poniendo histérica. Se excitaba y eso la volvía impaciente. Sin previo aviso comenzó a lamerla mientras la penetraba con los dedos.
Empezó a entrecortársele la respiración. Gemía. Se revolvía. Alzaba las caderas buscando profundidad y contacto. Su interior empezó a palpitar ferozmente. El estaba tan excitado que pensaba que iba a estallar con ella. Pero aun les quedaba rato para terminar.
Con un grito, señalizo el momento en el que alcanzo la cumbre.
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Acababa de ver el cielo. Casi no podía respirar, pero no iba a tener tiempo de descansar. Se incorporó rápidamente. Seguro que le pillaría por sorpresa.
Se puso a horcajadas encima de el. Seguro que estaba cansado. Ella debía terminar el trabajo. El ya había echo su parte…y bastante bien…
El la observo con mirada interrogativa. Pero ella ni se inmuto. Fue al grano. Cogió su largo y duro y lo adentro en su cuerpo. Acogiéndolo en su interior. Apretándolo para no dejarlo escapar. El la llenaba por completo.
Y se movió. Hacia delante, y hacia atrás. Hacia arriba y hacia abajo. Hacia cualquier lugar que volviera la respiración de el mas fuerte. Y cada vez un poco más rápido. Y más. Y más. Hasta que volvió a palpitar su interior. Y el gimió.
Mantuvo el ritmo. Rápido. Acompasado. Delirante. Placentero
Y él empezó a temblar. El fin estaba cerca. Ese placer que les alcanzaba a los dos. Al mismo tiempo. Al final del túnel se veía una luz cegadora…
Sintió como el se derramaba en su interior. Era una sensación tan placentera, no había nada que se le pareciera.
Ella se dejo caer encima de el. Agotada. Su suave, oscuro y ondulado pelo les envolvió a ambos… Se abrazaron y se durmieron. Cansados, desahogados y sonrientes…

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